domingo, 5 de octubre de 2008

DESDE EL OTRO LADO


Y es que Lolita vivía en el Cuento, y no había noche en que no merodearan dragones alados por su ventana, en la más alta torre del castillo, desde donde ella se asomaba para extasiarse cuando expedían con rabia el fuego por la nariz. Y cada mañana un hada suspendida a media altura entre el techo y el suelo la vestía con la magia de su larga varita entre el alegre revoloteo de los vestidos y los zapatos y los corpiños y las medias.
-¿Qué tenía que hacer yo esta noche, hada?, no me acuerdo...
-Hoy tienes banquete con baile, mi niña, y mañana un torneo de caballeros, y el sábado asistirás a la boda de un príncipe. Así que prepara tu mejor diadema.
-¡Qué guapa estás esta mañana, Lolita! –le habló la lechuza que la observaba desde la repisa de la gran chimenea.
-Oh, cállate, que hoy no tengo tiempo de parloteos contigo...

Pero Lolita -mente vivaracha y vendida a la fantasía- inventaba y recreaba con obsesión su otro mundo, ese con el que su madre solía entretenerla, sobre todo para hacerla dormir por las noches.
-Mamá, léeme una Realidad, si no no me duermo...
-Pero Lola –se lamentaba como cada noche su madre- tienes ya edad de novio o de marido, no de Realidades.
-Cuéntame otra vez esa del avión siniestrado... o no..., ¡la de levantarse a las seis y media para ir a una fábrica a apretar tornillos! ... jaja ... o no... ¡el de la dama que fracasó en tres matrimonios y se emborrachaba para olvidar!
-Vaale... hija mía... pero ya tienes casi quince años, y así te llenas la cabeza de patrañas.... Esas cosas no existen, ya te lo he dicho mil veces, no son más que Realidades....
Y su madre le llenó la cabeza, una vez más a Lolita, de historias de hombres infieles, de mujeres con pechos de silicona y de celulitis que no hay forma de eliminar, de apresuradas bodas en el barrio con barrigas de siete meses... de bobas Realidades.

Un buen día... -no... mejor, varios años después- Lola, de la que se comentaba en palacio que desvariaba y que hasta negó delante del mismo rey la existencia de los gnomos, de los filtros de amor y de los monstruos fantasmales ¡aún teniéndolos delante, y escuchando testimonio de su mágicos efectos, y sintiendo su presencia aterradora!!, un buen día, cuentan, se enamoró de un noble caballero del condado; noble, caballero y del condado, sí, pero más loco que ella.
-El mundo Realidad existe, -le susurró aquella tarde en su oreja aquel hidalgo de visita en palacio- lo demás es puro cuento.
-¿Pero Vos habéis estado allí?
-Allí no se habla de Vos... –la corrigió con dulzura- sino de “oye tú, o colega, o tronco”
Ella lo miraba embobada.
.¡”oye tu...” qué maravilla...!
Y después no dejaba de preguntar.
-¿Y es verdad que los casados “sufren”?
-Del todo cierto... y se matan embriagados de odio, si hace falta.
-¿Qué es el odio?
-No lo sé muy bien... venid conmigo y lo descubriremos.
-¿Pero me amaréis eternamente si huyo con Vos?
-Allí, en Realidad, os lo advierto, sólo se aman eternamente los que viven en el Cuento.

Viajar hasta Realidad no les fue difícil (aunque permítanme que no les revele el secreto...) , y allí Lola descubrió que el caballero efectivamente no le había engañado, y que simultaneaba relaciones con dos o tres amantes. Pensar en ello día y noche le estaba empezando a destrozar ya el estómago. Amantes a las que él (en Realidad) no amaba del todo. Él de verdad suspiraba por una mujer, la más hermosa e inmaculada, mujer que a su vez lo ignoraba. Él sólo la contemplaba, de lejos, y sufría por su ausencia.
El caballero era infeliz.
Las amantes eran infelices.
Lola era infeliz.
-¡Necesito un final feliz!! –gritaba un día arriba y abajo Lola por su habitación mientras apagaba nerviosa el cigarrillo y apuraba el último trago de whisky. Miró a un pajarillo apostado en la ventana, le preguntó cómo volver al Cuento, pero sólo consiguió que saliera volando sin más.
-Pero mi niña... –le dijo el caballero que apenas volvía de la calle con una rubia más joven y más hermosa que ella (otra amante más, y encima más inteligente, y más dulce, y más cariñosa y comprensiva que Lola... en Realidad las peores pesadillas se cumplen) ¡no puedes volver a un sitio que no existe!
-¿Cómo no existe? ¡Te conocí allí! ¡Quiero volver!
La mujer rubia y hermosa la miró, y después miró confundida al caballero.
-No le hagas caso.... está así desde que se le agotaron las pastillas. Lola, no me enfades, y mañana que te las recete el doctor... ¿te enteras? de un gramo, si puede ser... Este mundo no le sienta bien a todos.