sábado, 26 de abril de 2008

Espiando por la mirilla de la cerradura de la habitación de la princesa


... mírala, cómo se contonea delante del espejo, la tía... ni que fueras de sangre real para permitirte esos aires, rica... Quién se creerá que es, que ha llegado a palacio de lotería... Sí anda, acércate ahora más a él. Pero qué vergüenza si me pillaran aquí agachada y espiando... aunque es que hay cosas que ¡quién se las pierde! Y fíjate cómo la mira él, super embobado, el pobre. ¡Ostras! ¡si acaba de llevarle él a la boca una tortita con caviar y ella le chuperretea los dedos! Y parecía modosita la pareja, y quién sabe qué gustos lujuriosos y retorcidos se gastarán cuando no los veamos, aunque trabajar lo que se dice trabajar ella hasta ahora nada de nada... Verás, ¿y si abro la puerta, así en plan distraído, y les aguo la fiesta...? No, espera, qué divertido, ¡ ya se meten mano y todo! ¡Qué descarados!

-¿Pero qué haces? ¿espías? ¿estás loca? Es la una de la madrugada...
-Ven Felipe, mira ahí afuera, en los pasillos.
-A ver... ah, la sirvienta nueva, ¡con el jardinero...! ¡y se comen los canapés de la recepción!